sábado, 24 de agosto de 2019

La parábola de piedra de El Escorial


Este ha sido el contenido del programa El Factor Humano, este sábado 24 de agosto.


5. La Parábola en piedra de El Escorial

Sintonía Phlip Glass

INMA.- Hay determinados momentos de la historia que no deberíamos olvidar y otros que por sí mismos se convierten en inolvidables. Ignacio Merino nos recuerda los más importantes cada semana desde Radio Nacional en Valladolid, con la asistencia técnica de...........  Ignacio, buenos días...
Hoy nos propones una mirada bastante desconocida de El Escorial.

IGNACIO.- Así es, Inma. No es algo que se suela contar pero lo cierto es que, además de todo lo que representa, El Escorial despliega una parábola en piedra sobre Felipe II como rey elegido por la Providencia para construir el nuevo Templo de Jerusalén. Y es que el  hijo del César Carlos, a quien el círculo erasmista portugués de su esposa Isabel había saludado como Nuevo David, asumió con esta obra el símil que lo convertía en el nuevo Salomón. Y para dejar claro su mensaje, el meticuloso monarca cargó la construcción de su templo con símbolos bíblicos, arquitectónicos y dinásticos que dieron expresión trascendental al poder político y religioso de la nueva Monarquía Hispana.
Por eso El Escorial es el empeño más genuino de Felipe II, el que contiene el núcleo de su pensamiento que no es otro que llevar a cabo la misión designada por Dios, esto es luchar contra la herejía luterana y extender el catolicismo en el Nuevo Mundo. De esta manera el monumento quedó como broche de la Contrarreforma impulsada por España en el Concilio de Trento.

Música       

IGNACIO.- El proyecto tuvo como fin primero ser un panteón digno para Carlos V, quien en su testamento había ordenado a su hijo edificar un mausoleo para los nuevos reyes de la dinastía Habsburgo-Trastámara-Borgoña. Felipe lo extendió a residencia, o Casa del Rey, pues estaba cerca de Madrid pero lejos de la Corte y sus intrigas. Y para honrar la  memoria de sus padres, y rezar sin descanso por su alma, añadió un monasterio que entregó a los monjes jerónimos. La iglesia, de proporciones ciclópeas y rematada por una enorme cúpula, se construyó en consonancia con la sobria majestad  que exigía el templo funerario de los Austrias españoles.

ALEX.- Es un proyecto tan grande que parece como si fuese una especie de nuevo Vaticano...

IGNACIO.- Exacto, Alex. Podría interpretarse así perfectamente, aunque el tiempo demostró que no era voluntad del rey fundar una iglesia nacional a la manera inglesa. Aunque no le faltaron ganas, desde luego. Hubo personas influyentes que le aconsejaron romper con Roma, la "gran ramera" como decían los calvinistas, entregada al nepotismo, la corrupción, el lujo desmesurado y la lujuria. Los papas italianos que le tocaron, además, eran enemigos de la hegemonía española en Italia y lo trataban con recalcitrante rencor.
La contenida respuesta frente a la desconfianza vaticana llegó labrada en piedra. Las medidas suprahumanas de la obra escurialense proclamaron su mensaje triunfal. Por su envergadura, además, El Escorial se convirtió en un prototipo palaciego regio, como ocurriría con el Versalles de su descendiente Luis XIV, pues representa la morada de un solo individuo que, al modo faraónico, se erige como ejemplo sublime del ser humano a semejanza de Dios.
Felipe había sido comparado con Salomón desde su nacimiento. Cuando visitó los Países Bajos entre 1548 y1551, las ciudades en las que tomó posesión como heredero [que fueron 12 en Holanda y 17 entre Flandes y Borgoña] lo recibieron con arcos triunfales en los que se leía la inscripción "Nuevo Salomón, digno hijo de David".
Como gesto simbólico, Carlos V le concedió la corona de Jerusalén que tenía en herencia por Borgoña. El príncipe creía que la misión de construir el Templo estaba vedada a su padre, el fundador de la dinastía, por tener las manos manchadas de sangre, como en el caso del rey David del Antiguo Testamento. Pero no olvidaba que había sido el impulsor, quien se lo encargó. De modo que en el presbiterio de la basílica, bajo las esculturas sedentes de ambos, mandó grabar la leyenda VIRTUS PERFECTA, INVICTA  ET PERPETUA a la manera de Augusto, para proclamar en igualdad de condiciones la gloria del linaje. Y como signo inequívoco colocó las estatuas de David y Salomón en la fachada del templo, dando paso al pórtico de entrada, mientras los acompañan a los lados los reyes Josafat, Ezequías, Josías y Manasés, como descendientes de Salomón que contribuyeron a perfeccionar el Templo.
Sin embargo, no quedó muy contento con su padre cuando éste abdicó en Bruselas y le entregó la corona los reinos hispanos.

INMA.- ¿Y esto por qué?

IGNACIO.- Regresó a España enfadado porque el César había dejado la dignidad imperial a su hermano Fernando. Dolido también con Europa por la amenaza luterana y las humillaciones inglesas durante su estéril matrimonio con María Tudor. Pero como durante el viaje de vuelta venció a los franceses –el gran enemigo- en San Quintín, ya pudo dedicarse más a su idea de construir el Templo. De hecho, puso el nombre de San Lorenzo al Escorial, en honor del mártir español cuya onomástica fue el día de la victoria. Su mayor anhelo desde entonces fue levantar la Domus Dei en el corazón de sus dominios como expresión de su autoridad moral en el orbe católico, la parábola de su verdadero imperio.

Música       

IGNACIO.- Juan Bautista de Toledo diseñó la Traza Universal según el modelo del Templo de Herodes descrito por Flavio Josefo. El edificio, con forma de parrilla invertida en homenaje al santo patrón, era simétrico en su geometría y armónico en la distribución, grandioso y al mismo tiempo austero para expresar la majestad del rey y su frugal humanidad. Tenía que representar la síntesis de sus posesiones, de manera que todo se ajustó a esta premisa: la planta cuadrangular de alcázar con torres en las esquinas de la herencia hispano-musulmana; la huella flamenca en los tejados y chapiteles de pizarra; o el clasicismo de la basílica y los frescos de la biblioteca, como tributo a su formación renacentista y sus dominios italianos.

INMA.- Pero lo que impresiona bastante es los sobrias que son las habitaciones privadas.

IGNACIO.- Sí. Los cuartos del monarca se concibieron a la castellana, austeros y reducidos, con artesonados en los techos y cercos de marquetería en las puertas de cuarterones como única concesión a la estética aristocrática. Se hicieron estanques y jardines, pero no exuberantes sino ordenados a la manera hispanomusulmana, para pasear respirando el aire de la sierra y como refresco veraniego de la asfixiante corte filipina, un ambiente del que él solía escapar encerrado en su habitación de trabajo mientras en la saleta de respeto se interpretaba música de cámara.
El monasterio-cripta-palacio se convirtió así en su hogar favorito. Expresaba sabia prudencia y una voluntad férrea, dos cualidades en verdad salomónicas pero cuyo exceso en la primera causa parálisis y en el segundo fanatismo. De ambas cosas se le ha acusado. 
Durante los últimos veinte años en los que entre disgustos y quiebras vivió prácticamente allí, su carácter se volvió pesimista, más triste y taciturno. El Rey Prudente se transformó en el Salomón críptico interesado en la alquimia, que se quedaba extasiado ante El Jardín de las Delicias de Durero.
Ya en su lecho de muerte, mientras escuchaba los ensayos del requiem de Morales para sus funerales, lo que vencía a los estragos de la gota, la ausencia de sus queridísimas hijas y los fracasos era aquella parábola de Salomón, un empeño que sí creía haber logrado.

Música final

INMA.- Ignacio Merino, muchas gracias por esta visita a El Escorial...




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