sábado, 1 de febrero de 2014


Pedro J. Ramírez, despedido de El Mundo

Este es un comentario que publiqué en Facebook el jueves  30 de enero de 2014 y que provocó un hilo profuso, del que quiero destacar la polémica que mantuvimos Miguel Vidal (amigo de Daniel Arjona) y yo, a propósito del liberalismo y lo neoliberal.

Dani Arjona, redactor de El Mundo a quien conocí cuando empezaba en el periódico, es, además de un tipo divertido, genial y extremadamente inteligente, un model ode periodista y digo yo que la esperanza blanca de la renovación de ese periódico que llegó a significar mucho en la prensa española y luego perdió su identidad y su tirón por caer en el amarillismo, el narcisismo de su director y la servidumbre a unos y otros, a cambio de un plato de lentejas que al final nadie le dio.

Este era el post mío que comenzaba el hilo:
Creo que sin Pedro Jota, francamente, El Mundo puede ser mejor periódico y volver a su etapa dorada de los 90 que, curiosamente, impulsó él. Digo curiosamente porque Pedro Jota es claramente un caso de involución. Era un periodista honesto, demócrata a machamartillo, rebelde (eso lo ha seguido siendo) y liberal, pero liberal de verdad, no me refiero a esos ultras de la economía que se hacen llamar neo-liberales porque odian que el Estado meta la nariz en sus componendas.

Así fundó El Mundo, que fue un periódico progresista y tolerante donde cabían firmas de todo tipo. Tenía pasión por denunciar sí, siempre la ha tenido (ya en Diario 16, que tuvo que dejar por eso), pero insisto, de forma honesta, buscando la verdad y defendiendo al ciudadano del poder, al oprimido, al amordazado, como debe hacer un liberal auténtico: guardarse del poderoso sin caer en la adulación, comprender al igual y colaborar, defender al precario o al sometido con solidaridad.

Poco a poco, sin embargo, fue cambiando esos principios. Creo que el punto de inflexión fue la llegada de Aznar al poder y lo amiguitos que se hicieron en la segunda legislatura, ésa en la que Aznar perdió los papeles. Ramírez, no lo digo sólo yo, aspiró entonces a ser el consejero aúlico del presidente, la gran influencia y el prestigio intocable en el claroscuro del Cuarto Poder. Lo vi claramente cuando presentó el libro de Aznar, cual rector magnífico de la Nova Hispania Universalis, en el club de prensa a finales del siglo pasado.

Le traicionó su enorme vanidad, es evidente. El periódico dejó de ser la casa común de periodistas de todas las tendencias políticas porque se ofreció como moneda de cambio a la derecha aznarista y con ella derivó hacia posiciones cada vez más ultras. Yo colaboré con el diario felizmente durante siete años, publiqué decenas de artículos en el dominical, el Magazine, la Aventura de la Historia, la última del Crónica y en La Esfera de los Libros como crítico literario. Nunca se me rechazó un artículo salvo una diatriba que escribí contra el Libro Rojo de las Marcas del gurú publicitario Luis Bassat, por miedo a que se enfadara y retirara su cuantiosa cuenta. En la redacción había un gran ambiente. Dirigía La Esfera Miguel Munárriz, un gran periodista progresista y el redactor-jefe era Alfonso Basallo, otro excelente periodista de derechas que acabó dirigiendo La Gaceta, pero allí no había conflictos porque el veneno de la política no había entrado, no había trincheras ni consignas ni estrategias amarillistas, como ha sucedido después.

La brecha, o la sima, fue el 14-M. La defensa numantina de Aznar y el equipo del PP, la obsesión por culpar a ETA despreciando la evidencia y la labor de la policía, los jueces y los fiscales, fue -y aún es- sencillamente patética. El periódico se volvió "amarillo" y dejó de ser fiable. Comenzaba una andadura del quijotesco director que sólo siguieron sus fieles adictos. Como otros cuantos, yo dejé de publicar en 2004. Hace poco, cuando fui a una entrevista a Periodista Digital, estuve charlando con Alfonso Rojo, que siempre nos hemos llevado muy bien y que en mi opinión sí que ha seguido siendo honesto. Rojo, que era de El Mundo desde la primera hora, también abandonó el periódico asqueado por la deriva. Una cosa es el periodismo de investigación y otra fabular con la realidad para intentar manipular la opinión pública.

Pero a Pedro Jota ya se le había ido la olla antes, como digo. Creo que fue en 2000, más o menos, cuando decidió comprar El Cultural con la opinión contraria de muchos de sus colaboradores. Entonces La Esfera estaba en pleno apogeo, era el extra cultural más potente y con mejor diseño de los que se hacían. Pero al parecer la posibilidad de quedarse con la criatura de Anson y llevarlo de paso a su cuadra pudo más que cualquier razonamiento. Otro delirio de vanidad: poner bajo su égida a uno de los monstruos sagrados del periodismo español, alguien que le hacía sombra. Le costó una pasta y, si no me equivoco, la desembolsó él solito.

Luego sorprendió a todos con ideas cada vez más conservadoras sobre los derechos de los homosexuales y la religión, por ejemplo. Lo dicho: involución, que también existe.

Ya no tengo contacto con la redacción del periódico, pero me gustaría dar un abrazo a quienes aún tienen esperanza de que una cabecera como El Mundo pueda remontar estos años de plomo y volver a ser un referente en la prensa libre e independiente. No sé si sabrá hacerlo Casimiro Abadillo, que es de la cuerda de PJ, pero ahí hay periodistas excelentes que merecen respeto y apoyo, como Daniel Arjona, por ejemplo, a quien conocí siendo becario, cundo publicó la colección de libros sobre la Guerra Civil (yo escribí casi entero el nº 4) y que hoy es redactor-jefe de El Cultural, un hombre lúcido, honesto y sensato, moderno en el mejor sentido del término, que podría ser el modelo de lo que necesita el periódico para remontar.

En cualquier caso, y aunque don Jota ha querido irse esparciendo otra ventosidad tóxica ("que le echaba Rajoy"), también merece una despedida. Gran periodista, sí, aunque subido de tono y más papista que el papa. Ha sido destituido por aquellos a quienes tuvo que venderles la parte del león del holding empresarial. Y punto
.



MIGUEL VIDAL
Una precisión: no conozco a nadie "que se haga llamar neo-liberal". Es normalmente un insulto o una caricatura que los antiliberales endosan a los liberales, sin base política o ideológica alguna. Nunca corriente liberal alguna (salvo el ordoliberalismo de los años 30) se ha reclamado a sí misma de algo denominado "neoliberalismo".

Si es muy fácil, no hay que usar subterfugios: si se quiere uno referir a las componendas del capitalismo de amigotes tenemos el "crony capitalism" o el capitalismo clientelar. Y si por el conctrario uno quiere hacer referencia a los enragés que odian al Estado con todas sus fuerzas (entre los que dudo que nunca se haya encontrado PedroJ ni sus amiguetes), no hay que andar con paños calientes ni prefijos absurdos (ultra-, neo-): se les llama libertarios, anarquistas o anarcocapitalistas, y no se ofende a nadie, empezando por la verdad. Uno de ellos, a los que nunca habrá citado PedroJ en sus homilías dominicales:http://www.enemigosdelestado.com/odias-al-estado-murray.../


IGNACIO MERINO
Miguel Vidal, aprecio tu puntualización aunque no la comparto del todo y ya que te pones didáctico y hermeneútico, me pondré yo también.
El concepto "neo-liberal" circula desde hace tiempo en los medios de comunicación, desde la era Reagan-Thatcher, sus grandes adalides. No es exactamente un epíteto que ridiculice, aunque gente de la socialdemocracia y la izquierda marxista lo utilicen con esa carga semántica. Es meramente descriptivo. En los medios anglosajones se utiliza "neocon", como sabrás. Nadie se llama en público neo-liberal (o casi nadie) como tampoco se llama rojo o facha, que también tienen carga despectiva.

El Neoliberalismo está perfectamente estudiado en los ensayos contemporáneos de sociología y política. Consiste en abrazar la desregularización del mercado y en apoyar la menor injerencia del Estado en la vida de las personas. Estos dos rasgos, de aparente libertad, son los que les dan la pátina de liberales, que viste mucho ¿o no has escuchado a Esperanza Aguirre, por ejemplo, dárselas de liberal? Por no citar a muchísimos más.

Yo creo como tú que el nombre es falso y engañoso. Yo los llamo anarquistas de derechas, porque desconfían del Estado y las insituciones. En España hay muchos, por cierto, sobre todo entre los ricos de verdad. SE dicen liberales porque reclaman libertad absoluta para sí mismos, pero nada tienen que ver con la tradición liberal, comenzada en la España de 1812 como sabemos, de respetar derechos comunes y buscar instancias democráticas a través de pactos políticos y constitucionales.

Llevo estudiando el liberalismo más de 30 años. Es uno de mis temas más queridos. Incluso me siento liberal por los cuatro costados, pero como dijo Indalecio Prieto me hice socialista a fuer de liberal (socialdemócrata, más bien). Sé de lo que hablo y te aseguro que no uso subterfugios, por mucho que te parezca que lo único válido es cómo lo ves tú.


MIGUEL VIDAL
No quería enmendarte ni dudar de tu competencia en la materia. Solo acotar que el "neoliberalismo" nunca ha sido un término "descriptivo" de nada, que es muy reciente y que nació en el ámbito de la izquierda como forma de referirse despectivamente al liberalismo. Carece de toda base doctrinal y académica relevante: o bien se refiere al liberalismo con tal (y entonces no significa nada diferente) o bien a una caricatura (como asociarlo a los "neocons", con los que no tienen mucho que ver). Abrazar la reducción del Estado en la vida de las personas no es "neoliberal", sino puramente liberal. Se habla de "neoliberalismo" para referirse a cosas incluso opuestas (como los neocons y su ardor guerrero e intervencionista, o el ardor religioso delTea Party), vale para todo, para una cosa y su opuesto, lo que nos lleva al principio de explosión, que es por lo que si lo aceptamos se puede predicar cualquier cosa de él. Es imposible que nadie o use con rigor, porque carece de todo rigor (como bien dices, sería como pretender elevar el término "rojo" o "facha" a categoría académica). Sobre si los "ricos de verdad" son o no anarquistas, no tengo datos, ni creo que tú los tengas: pero en general los que se manifiestan suelen ser más bien socialdemócratas, salvo raras excepciones, por la sencilla razón que es la ideología "mainstream" y su variante clientelar-estatista con el que muchos se hacen "ricos de verdad". Yo también lo he estudiado y leído algo y puedo decirte que la tradición anarcocapitalista es una rama perfectamente legítima del liberalismo, según sus mentores, está perfectamente imbricada en el liberalismo clásico anglosajón original, que es anterior a la de España de 1812. 

De todas formas, aunque me interesa el tema, todo esto nos lleva mucho más allá de lo que pretendía, que era simplemente señalar que nadie se autodenomina a sí mismo "neoliberal" ni ningún autor académico liberal ha descrito nunca una corriente semejante (salvo en el caso del ordoliberalismo claro, al que lógicamente no te refieres).


IGNACIO MERINO
Miguel Vidal, vuelvo a nuestra polémica porque releo tu comentario y como discrepo en bastantes cosas, voy a intentar resumirlas. Así, además, paszaremos página al dichoso temita de la autoría del atentado de Atocha, que me crispa un poco, la verdad.
Como buen español-tipo, digo yo, te muestras incapaz de admitir la raíz española del término "liberal" y su significado político (ya un poco arcaico, evidentemente). El "liberalismo clásico anglosajón" al que te refieres, tan tópico, sencillamente no existía antes del siglo XIX, en términos políticos, en una sociedad fuertemente estamental como la británica cuya revolución del siglo XVII consistió en quitar poderes al monarca para transferirlos al parlamento y a un dictador llamado Cromwell. La Revolución Gloriosa fue democrática, de reforma del procedimiento pero no contemplaba derechos universales. El liberalismo inglés comenzó en el XIX, con el Romanticismo, del que es parte inseparable, o manifestación política de la mentalidad romántica, como les gusta decir a los historiadores británicos con hermosa precisión. ¿Por qué crees que la palabra "liberal", e incluso "liberalismo" se ha conservado en su raíz española? Por lo mismo que "guerrilla" (pronúnciese "güerrila" en inglés), porque fueron manifestaciones -o mentalidades- típica y tempranamente españolas. 

El liberalismo como doctrina política que promueve derechos y libertades en el marco de una legislación sin privilegios, es una creación española, aunque ciertamente influenciada por las revoluciones norteamericana y francesa. 

El término "neoliberal" sí es descriptivo y, por supuesto, contemporáneo, por eso no lo podrás encontrar en autores clásicos o académicos, como dices, del tipo de José Luis del Corral o Maravall, por ejemplo. Obviamente se refiere al "pretendido" liberalismo de nuevo cuño que es antiestatal en lo privado e intervencionista en las relaciones internacionales, que proclama la libertad absoluta de los mercados pero se desentiende de los derechos que protegen a las minorías o a sectores perjudicados, que sostiene el oligopolio.

No es un invento izquierdista sino periodístico y por eso es netamente descriptivo. Desde el siglo XIX los media son los cauces de opinión y en en ellos operan individuos que ni son especialmente socialdemócratas ni conservadores, gente "normal" digamos, sensata, que gusta llamar al pan "pan" y al vino "vino". Y para distinguir esta tendencia que floreció con Reagan y Thatcher, los llamaron neoliberales. Los neocon son los hijos de los 90, más ultras, más conservadores y confesionales. El Tea Party no tiene nada de liberal.

Discrepo también de esa visión condescendiente que lleva a decir que la mentalidad dominante es socialdemócrata, con cierto desprecio, algo que últimamente repite con cierta frecuencia una derecha rancia, nostálgica y huérfana de referentes actuales. Lo que llamas " ideología mainstream" como si fuera una plaga, a la moda del Times o el Wall Street Journal, es sencillamente, creo yo, la renovada mentalidad democrática actual que sacude el mundo, el deseo general y la aspiración cívica de que las cosas que afecten a la "cosa pública" (la res publica, para los republicanos fervorosos) se manejen de forma transparente, equitativa y justa, sin servidumbres a instancias de poder u opresión financiera, religiosa, partidista o ideológica, algo muy normal por otra parte. Ésa es, creo yo, la ideología mainstream, la corriente mayoritaria de pensamiento actual que tanto la derecha-derecha como la izquierda recalcitrante califican poco menos que de utopías burguesas liberales o pienso para borregos.

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